martes, 18 de marzo de 2008

FLECHAZO


Fue como un calambre. Lo vi llegar el primer día a clase y atrajo la atención de todas. Aquello no era normal y por falta de sitio nos tuvimos que echar a un lado. Pasó cerca de mí y hasta creo que me rozó y todo.

El, como nuevo que era, no lo pusieron entre nosotras, que somos mayoría, no. Al señor lo pusieron en el mejor sitio, y además cerquita de la pizarra, frente a todas las compañeras, para vernos mejor –dijeron con guasa.

Unas decían que vaya aires se daba, otras que la verdad es que tiene buena pinta, la mayoría que para sus años estaba bastante bien, aunque si lo mirábamos con cuidado y detalle se le notaba que el tiempo y la vida había dejado sus huellas, como a todas nosotras.

Yo, qué queréis que os diga, me gustó desde que lo ví. Comprendo que el sillón del maestro no se puede comparar, por años que tenga, con cualquiera de nosotras, las vulgares sillas de clase del Centro de Adultos de Priego.

de Paco Córdoba