sábado, 29 de marzo de 2008

CARTA A LOS REYES MAGOS

Exmas. e Ilmas. Majestades de Oriente.
Esperados Melchor, Gaspar y Baltasar:
Va para tres años que un servidor pasa por este trago de escribiros públicamente su Carta, cosa a lo que uno ciertamente no se acostumbra y, según el camino que lleva, no lo hará jamás. Pero en fin, Majestades, sea porque no se pierda esta saludable tradición de expresarse perdiendo la vergüenza –que no el decoro- de que los más se pitorreen de uno por haber dicho o pedido lo que más de un alumno o vecino piensa y desea.

Este año, Majestades, voy a ser cortito pero tajante: os pido que pongáis sencillamente el mundo a revés. Sí, sí, como suena: al revés. Lo de arriba, abajo.

Ya me figuro a Melchor con cara de asombro, a Gaspar carraspeando, y a Baltasar… -¡ay, Baltasar!- con cara de guasa, divertido, pues seguro que él sí sabe por dónde voy. Y es que he llegado a la conclusión de que ésta es (el poner el mundo a revés) la única manera de que algunos y algunas comprendan la posición de otros.

Piensen, Majestades, lo que sería que, por ejemplo, África fuese rica y Europa hambrienta y pobre. Piensen lo que sería que, de la noche a la mañana, un vecino rubio de toda la vida, se levantase gitano, negro, magrebí o indio. Piensen en las ventajas que podría reportar a la tolerancia que el día 6 de enero todo esos que se creen buenos cristianos y cumplidores hasta de la misa dominical se levantasen musulmanes o ateos hasta las trancas. Piensen qué golpe sería que los maestros fuesen alumnos; que los de derechas, de izquierdas; que los hombres, mujeres; que los machistas, gays; que los trabajadores, parados; que los listos, torpes; que los jóvenes, ancianos; que los libres, oprimidos, etc. etc.

¿Se figuran el panorama, majestades? Eso del mundo al revés es lo que creo que falta para que todo el mundo sea capaz de ponerse en el lugar del otro, le ayude, le entienda y, -enfín- haga caminar de la mano pues todos, todos, estamos en el mismo barco.

¿Serán Vds. capaces, Majestades? También viene bien que, de paso, con esto de poner el mundo al revés, Vds. dejen su cómodo poder y sus coronas para ver cómo sobrevive un vecino de a pie en este mundo de locos.

Nada más. Gracias.

de Paco Córdoba