martes, 18 de marzo de 2008

ALTZHEIMER

Ay, esta cabeza mía…

Tengo dos vecinas. Pero hay un hombre que, cada vez que pasa por aquí, me mira y sonríe. Se lo comento a una de ellas y va y me dice con guasa que es porque me conoce. Mi otra vecina de al lado es muy charlatana y me pregunta cosas. Eso me lía y confunde pues se refiere seguro a otra persona.

Ay, esta cabeza mía...

El hombre pasea y habla, me mira y sonríe. Pasea y habla y me vuelve a mirar. Y voy a terminar por ponerme colorada. Pero se lo diré a mi hermana mayor. Yo lo que tengo es que salir pronto a comprar para hacer la cena. Pero el pesado del hombre este no creo que me deje. El caso es que me suena la mujer que tengo enfrente. Debe ser una amiga de mi padre. Le preguntaré al hombre sonriente cuando pase otra vez que cuándo viene a recogerme. Hoy estoy más aturdida y nerviosa.

Ay, esta cabeza mía…

Me marea que mi vecina me pregunte cuál es su nombre pues éso quien debe de saberlo es ella. Veo que todas estamos sentadas, pero no sé qué esperamos. Debo pelar las patatas pero lo que me han puesto delante es un bolígrafo azul y con eso no se puede. El azul del cielo es más bonito que otros colores. Espero que mamá no me riña por haber tronchado hoy una maceta.

Ay, esta cabeza mía...

El hombre ese que tanto me suena viene de nuevo. Y me dice, otra vez sonriente, que ponga mi nombre. Pero no sé para qué si yo lo que tengo que hacer es un recado. Mi vecina dice ahora que somos amigas desde hace muchos años. Esta mujer es una exagerada pues es mucho vieja que yo. Ella me señala ahora la mesa. Pero ¿por qué tengo un papel delante? Mi otra vecina dice que el maestro me está esperando. ¿Quién, dice..?

Ay, esta cabeza mía…



de Paco Córdoba