sábado, 22 de noviembre de 2008

OLVIDOS

La idea que hace años me llevé de ella es que era una persona insegura. No es que estuviéramos juntos mucho tiempo, no. Apenas un mes y unas cuantas semanas, no más. Pero yo llegué a conocerla bien. Y ella en cambio a mí, no. Como toda relación la nuestra tuvo sus altibajos y eso a pesar que nos veíamos todas las noches un par de horas.

Dije que ella era una persona insegura pues cuando me conoció acababa de cumplir los 18. Lo sé porque cuando nos vimos por primera vez fué con motivo de su cumpleaños. Recalco lo de insegura e inmadura pues cambiaba a menudo de opinión y se dejaba influir por cualquiera. Y así nos fue.

Lo de insegura era propio de la edad y se veía a la legua: ella era unas veces morena y otras veces rubia, unas con pircings y otras sin ellos. Y físicamente, en conjunto -la verdad- más bien normalita, del montón. Pero reconozco que en esa edad, para los jóvenes, el físico es muy importante.
Y no es que yo fuera en eso especialmente gran cosa. Pareció no importarle que fuera serio pero... lo que nunca aguantó es que yo fuera gordo. No, nunca me lo dijo directamente pero cuando hablaba con sus amigas algunas veces se lo oí comentar. Creo que aquello en el fondo le afectaba pues en su inmadurez nunca captó del todo mi interior.

Enfín, suena a excusa, pero siempre intuí que mi físico incluso le echaba para atrás. Ahora que lo pienso... creo que siempre me trató bruscamente... y con algo de desdén. Y siempre tenía prisa. Conmigo. Siempre. De todas formas, cuando la cosa acabó, cuando me abandonó por otro, yo siempre conservé alguna esperanza. Pero, con el paso de los años, estoy seguro que me olvidó.

En el fondo siempre hemos estado cerca pero ella nunca me volvió a ver. En cambio yo la he visto casi a diario pasar con otros. Pero no me importa: no me considero exclusivo, lo entiendo. Y también he visto cómo crecía y se hacía mujer. Yo, al cabo de los años, básicamente sigo siendo el mismo. Más viejo, claro, pero con las mismas ideas. Ella sin embargo está cada vez más guapa. E intuyo que también ha madurado.
¡Ah!.. Siempre me gustaron sus manos y sus ojos.

Han sido precisamente sus ojos los que hoy, por sorpresa, se han fijado de nuevo en mí. Creo que me ha reconocido y se ha acercado. Yo como costumbre me he quedado quieto pues soy así. Sonriendo ha extendido sus manos y me ha cogido.

Hoy me ha sacado de nuevo de la estantería de su biblioteca. La cosa promete.